Jesús María contará con un espacio específico para abordar la problemática de las adicciones. Será un espacio ambulatorio no de internación. Y se pretende un abordaje que incluya a la familia y la comunidad durante el tratamiento.
Cada vez que se habla de adicciones vale la pena detenerse en algunas aclaraciones para no generar confusión. Lo primero que hay que decir es que no todas las personas que consumen sustancias psicoadictivas (las vulgarmente llamadas drogas) son adictas. Hay muchas personas que consumen sustancias en forma social, eventualmente, los fines de semana y para ellas consumir no se transformó en un problema. Hay personas que consumen desde hace más de dos décadas y no son adictas.
La otra salvedad tiene que ver con la mirada social que tiene el consumo. Se lo asocia a la ilegalidad, a la marginalidad, al narcotráfico, al lavado de dinero. Y la mayoría de los programas para abordar el problema suelen tener una mirada que criminaliza la cuestión. Como el consumo está prohibido, los consumidores son criminales.
Un tercer aspecto no menor en el abordaje es cómo las familias suelen abordar el problema. Si un miembro de la familia tiene un infarto, el resto se queda fuera de la sala de terapia intensiva hasta tanto sepan qué pasó y cómo evolucionará el paciente. Pero si es un problema de adicciones, los familiares acompañan al “enfermo” hasta un centro de internación, y generalmente se mandan a mudar hasta que desde ese centro les digan que está todo bien.
Jesús María quiere algo distinto
Recientemente, el municipio jesusmariense adhirió al Plan Provincial de Prevención y Asistencia de las Adicciones que supone la erogación de 100 millones de pesos durante 2017.
El municipio recibirá fondos para comenzar con una capacitación, probablemente en febrero de 2017, y tiene pensado abrir un centro de abordaje.
Pero el municipio quiere darle una tónica diferente que no atienda solamente a personas que tienen problemas con consumos problemáticos sino que se puedan incorporar otras problemáticas sociales.
Anahí Bulacio, Coordinadora de Políticas Sociales del municipio, aporta su mirada: “La mayoría de las estadísticas nos vienen diciendo que la mayoría de las personas tienen consumos problemáticos y no necesariamente son personas con una adicción o con un trastorno mental encuadrado dentro de esa adicción”.
“Entonces -añade Bulacio-, tenemos que insistir en dejar de hablar de tratamiento o de rehabilitación porque tienen una connotación negativa y responden al viejo lema de que la droga es un viaje de ida. Eso no es cierto: De la droga se sale”.
La profesional recalca que los problemas de consumo se dan en todos los barrios y en todos los estratos sociales y todos los tipos de edades.
El director de Salud, Diego Almada, aporta: “Como siempre, el impacto más desfavorable se da en los sectores más vulnerados. El contexto social termina siendo un agravante de la problemática”.
Mientras que en los niveles altos, quienes tienen consumos problemáticos suelen tener problemas en el seno de la familia, pero no a nivel delictivo, en los niveles más bajos, hasta la calidad de las sustancias es peor y suelen tener que delinquir para adquirirlas. Si ingresan en el sistema penal-punitivo, son candidatos a arruinarse la vida para el resto del viaje.
“Hay cosas que no vamos a evitar, por ejemplo, que los jóvenes tengan curiosidad por las conductas de riesgo y hagan la prueba del consumo porque es natural del ser humano, pero si podemos acompañarlos con información y los factores protectores para que se pueda volver de ese consumo a una conducta más saludable”, resalta Bulacio.
El desafío es cambiar la mirada, el paradigma, para que el abordaje del problema derive en mejores resultados y en lograr más conductas saludables.
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Tratarán a quienes padezcan adicciones, pero con un abordaje distinto y que no criminaliza
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