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Allá en el Campo Santo (Una simple crítica teatral)

Por: Luis Pastawski (Vecino de Jesús María)

1)  A la espera de los muertos de la mano de los vivos.

("No digamos la palabra del canto, cantemos. Alrededor de los huesos, en los panteones, cantemos. Al lado de los agonizantes, de las parturientas, de los quebrados, de los trabajadores, cantemos.  Bailemos, bebamos...Ronda del fuego, círculo de sombras, con los brazos en alto, que la muerte llega")
A las siete de la tarde de un domingo de noviembre esperamos a la entrada del cementerio de Colonia Caroya, las puertas de rejas todavía están cerradas. El esperar es silencioso, congruente con el lugar del encuentro. Somos varias decenas de personas, permanecemos atentos a que las puertas se abran para pasar y asistir a una obra de teatro. Sí, ¡una obra de teatro dentro de un cementerio! Y con los muertos de protagonistas, renacidos por el grupo Bicarbonato. Una encorvada viejita, a lo lejos, juntando leña, se va acercando e indica que las puertas ahora deben abrirse y que  la sigamos. Allí, nos encontramos con nuestro anfitrión, un muerto conocido, Cacho Iribarren, que al recibirnos en la piel de Omar Ruatta nos refiere sobre su vida y su muerte. Él es quien nos acompañará a escuchar las crónicas de otros difuntos, algunos muy renombrados y otros casi anónimos.
("Encerrados ahora en el ataúd del aire, hijos de la locura, caminemos en torno de los esqueletos...")

2)  ¡Qué testimonios conmovedores los de los muertos!

Foto Gentileza Municipalidad Colonia Caroya
("¡De dos en dos los muertos! Al tambor, a la Luna, al compás del viento. A tomarse las manos sepultureros. Gloria del hombre vivo: ¡espacio para el miedo que va a bailar la danza que bailemos! Tranca la tranca, con la musiquilla del concierto: ¡qué fácil es bailar remuerto!")
Vecinos de esta zona, vivos, que uno cruza por la calle cada tanto, personifican a los finados con gran respeto y dignidad. Todas las interpretaciones de los muertos que nos hablan y cuentan sus memorias son muy verosímiles. Todas las narraciones emocionan. Hay lágrimas y también risas en el público. La vida misma contada desde el más allá, desde el piso de arriba.
Leny Migotti encarna a Nonita Tauro, Noemí Fantini a Nona Catte y Valeria Cargnelutti es Adelita. Doña Marus es representada por Agustina Pazos, Antonia de Fossarelli por Marilina Giorgis, Favio personificado por  Humberto Patat y la Nona Mariana y su nieta por Elva Roggio. Finalmente la Nere es caracterizada de forma notable por Melisa Díaz Heredia. La música está a cargo de Victoria Baudín y Álvaro Vassia. La colaboración en dirección de "Allá en el Campo Santo" es de Rossana Rossotti y la Producción de Elba Roggio. Todos ellos logran que al finalizar la obra las reflexiones sobre la muerte y la vida irrumpan en nuestros pensamientos, inunden nuestras conversaciones, nuestro cotidiano. ¡Objetivo logrado!

3)  Hay muertos que no hacen ruido y es más grande su penar

Foto Gentileza Radio Jesús María
En la larga historia de la humanidad sólo un muerto resucitó. Al tercer día. Y fue carne. Y fue espíritu. Todos los otros sólo regresan de tanto en tanto, de vez en vez, en  los recuerdos de los vivos que siguen en la travesía. En nuestros corazones, desconociendo a la ciencia y la biología, son parte de esa bendita y dichosa memoria que nos permite continuar caminando.
("¡De pie, esqueletos! Tenemos las sonrisas por amuleto. ¡Entremos a la danza, en las cuencas los ojos de la esperanza!")
Gracias al grupo Bicarbonato por animarse a jugar con fuego sin quemarse y permitirnos unos minutos de genuino teatro, para seguir creyendo, en la vida.

* Esta reflexión está realizada con la asistencia de la folleteria entregada por el grupo teatral  Bicarbonato y algunos escritos de Jaime Sabines, poeta mexicano.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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