El cura Oberlin, elegido como uno de los padrinos de “La Usina”

Se suma al padrinazgo que ya le confirmaron al productor de eventos musicales José Palazzo. El sacerdote estuvo en la ciudad, habló con las autoridades y también con instituciones intermedias.

"La Usina" es el nombre que se le dio al Centro de Atención Terapéutica para personas con consumos problemáticos que inaugurará el municipio de Jesús María el 22 de mayo. Y para ese centro se designaron dos “padrinos”.
El primero de ellos, José Palazzo, aceptó con gusto la designación durante el fin de semana en que actuaba La Renga en Jesús María.
Esta semana fue el turno del sacerdote Mariano Oberlin, cuya labor en contra de las adicciones de jóvenes en barrios vulnerables de la ciudad de Córdoba tiene reconocimiento nacional
Oberlin estuvo reunido con el intendente Gabriel Frizza y sus funcionarios donde desgranó todas las acciones que vienen llevando adelante para combatir este problema, principalmente sobre adolescentes y jóvenes afectados por el consumo de  alcohol y de drogas.
Tras la reunión, dialogó unos minutos con los periodistas locales con conceptos muy claros. “Me parece importante que todos los estratos estatales y que toda la comunidad esté presente porque todos estamos llamados a aportar nuestro granito de arena en este trabajo que en el fondo se trata de generar oportunidades, de ayudarnos a todos a descubrir que la vida es hermosa y que hay motivos para vivir”, comenzó diciendo Oberlin.
“Cuando -añadió el cura- se te cierran los horizontes por todos lados es difícil plantear que vale la pena vivir”.

Vocación temprana
Oberlin se acercó a la problemática de las adicciones cuando era seminarista y comenzó a investigar y a buscar información con otros sacerdotes que trabajaban en lugares muy vulnerables y complejos.
Recién llegado a la actual parroquia, sus primeros tres responsos fueron para jóvenes que habían fallecido como consecuencia del consumo adictivo de drogas.
Cómo hicieron para torcer el camino que parecía irrevocable entre los jóvenes a las adicciones. Lo hicieron a través de talleres recreativos, de oficios con salida laboral, diversas capacitaciones, además de otros espacios, con profesionales, comunidades terapéuticas, y en el peor de los casos, hasta algún internado.
Oberlin señaló que hay que priorizar la ayuda para que los chicos puedan salir del mundo de las sustancias peligrosas. Aunque, aclaró que no hay una receta única para trabajar con la problemática porque "cada caso y contexto es particular".
Respecto de la naturalización que existe sobre el consumo de algunas drogas, por ejemplo, la marihuana, el sacerdote fue claro: “Es bueno que no se demonice o estigmatice a la persona que consume porque sino se pone una barrera que imposibilita la ayuda, pero por otro lado no es bueno dejar de desnaturalizar o problematizar la situación de esos jóvenes”.
El desafío es ver cómo se hace para ayudar desde el afecto, el cariño, la preocupación, la ocupación sin demonizar, pero sabiendo que hay una situación concreta que debe ser abordada. La experiencia de Oberlin servirá, seguramente, para el espacio que Jesús María tendrá.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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