Laura y Juan, papás de Federico (5) coinciden en su queja: “No se queda un minuto quieto”. Les preocupa también que arme berrinches cada vez que no consigue lo que desea, manifiestan que de noche se despierta y los reclama a su lado, y agregaron que a veces lo notan ansioso. Piden consejo a una psicóloga y ella los tranquiliza: “Ustedes tienen un chico normal. Es normal que sea inquieto (sería más preocupante que fuera apático, desliza); es normal que se encapriche cuando le dicen que no a algo; es normal que de noche desee estar con ustedes (lo que hay que ver es cómo actuar en este caso, sugiere); y en cuanto a la ansiedad… ¿ustedes cómo son?”, pregunta.
Crecimiento saludable
La Lic. Yamile Giglio Ventimiglia (M.P. 6073) considera: “No hay parámetros de normalidad, pero sí de factores comunes en esta etapa de la niñez, y es común que un niño a esa edad necesite de nuestra atención constante. Para un crecimiento saludable es imprescindible que el niño se mueva; que explore; que aprenda mirando, tocando, jugando, e incluso haciendo berrinches o molestando a su entorno; relacionándose como puede y como le sale en ese momento; encontrando recursos internos para defenderse y enfrentar lo que le genera miedo, inseguridad, ansiedad y angustia porque está en plena etapa del desarrollo de su personalidad”, señala.

- Se mueve constantemente.
- A veces presenta desbordes emocionales (berrinches).
- Le cuesta compartir sus juguetes y objetos con otros niños.
- Prefiere dormir con sus padres.
- Cuando se enoja, llora y grita.
- Se despierta de noche.
- Se frustra cuando algo no sale como esperaba.
- Se niega a seguir comiendo cuando se siente satisfecho.
- Le disgusta esperar.
- Pasa rápidamente de la alegría a la tristeza y del llanto a la risa.
- Se irrita si siente que no lo atienden como necesita.
- Se opone a saludar y/o besar a algunas personas.
- A veces manifiesta aburrirse.
“Es común idealizar la paternidad. Es fácil que una vez enfrentados a la tarea de criar un hijo uno se encuentre con que la realidad no tiene nada que ver con las publicidades de familias armónicas y sin conflictos. Y no es difícil caer en la tentación de comparar”, dice la psicóloga, citando un ejemplo clásico: Mi hijo tan inquieto, y mirá vos a Fulanito que siempre está tranquilo…

- Ayúdelo a disfrutar con lo que le gusta y a sacar lo mejor de sí mismo.
- Ayúdelo a cumplir sus sueños; no los suyos.
- Deje que viva su infancia como un niño; no como un adulto.
- No le dé todo hecho. Permítale aprender de sus errores: aumentará su auto confianza.
- Enséñale a superar sus frustraciones. Explíquele que siempre tropezaremos y debemos volver a levantarnos.
- Enséñale valores que llenarán su vida y le aportarán felicidad: bondad, solidaridad, empatía.
“Lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos es dedicarles tiempo, jugar con ellos, preguntarles como están, averiguar qué los haría sentir mejor. No importa la cantidad de tiempo que podamos brindarles, sino la calidad del mismo”, remarca la profesional, y concluye: “”.
Agradecemos el asesoramiento de la Lic. Yamile Giglio Ventimiglia.
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