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José Obregón, el doctor de los seis mil partos

En su trayectoria como obstetra acompañó a muchísimas mujeres durante los embarazos.

Por: Marianela Tabbia (De nuestra redacción)

De hablar pausado, sincero y sin pretensiones, así se podría resumir al médico elegido por cientos de pacientes para transitar uno de los momentos más importantes de la vida. A sus 52 años, tiene en su haber una larga trayectoria que se puede reflejar en cuestiones matemáticas como dimensión de análisis pero que exceden las vivencias de la profesión.
Según sus cálculos, más de seis mil niños fueron recibidos por sus manos, aunque reconoce que pierde la cuenta más de una vez. En Jesús María, trabajó en la Clínica Maternidad prácticamente desde sus comienzos por lo que la gran mayoría de sus pacientes nacieron allí. Hoy, trabaja en la Clínica Jesús María y sigue recibiendo, en muchos casos, a familias enteras. 
“En realidad consideramos a la embarazada como solo una paciente cuando, en verdad, estamos atendiendo a dos. Ahí se entremezcla una complejidad con un montón de cuestionamientos. No hay que pensar en uno, sino en dos. Para alguien que se dedica a atender partos puede ser algo de rutina, pero para esa mamá, es un momento único”, sintetizó. 
De papá médico obstetra y madre profesora, decidió seguir los pasos de su padre no sin antes cuestionarse si era por vocación o imitación. Hoy, esa elección le permitió vivir momentos que quedaron marcados a fuego en su memoria: “asistí a los partos de mis hijos como profesional. Lo conversamos con Eleonora (Córdoba, su esposa), al principio dudó, pero después me dijo que sí. Es una experiencia única, pero me sentí muy tranquilo porque, más allá de que los embarazos transcurrieron sin complicaciones, estaba decidiendo sobre algo nuestro. Pesa mucho más la responsabilidad cuando estoy decidiendo para otros”.

Respetar 

Luli, José, Eleonora, y Fran, los Obregón/Córdoba
A poco de cumplir 30 años en la medicina, se sumergió en el debate sobre el parto natural versus la cesárea siendo firme defensor del ciclo natural. Para él, mientras menos intervención humana haya en el proceso, mejor. Pese a ello, la intervención quirúrgica como alternativa se multiplicó con los años.
“Desde que empecé a hacer la especialidad –explicó- se cuestiona el número de cesáreas que es alto. Siempre fue creciendo. Es una cosa muy difícil de corregir y que tiene muchos aspectos que no dependen solamente del accionar del médico. Así como hay muchas mamás que platean que quieren hacer todo lo posible para que sea natural, que se respeten los tiempos naturales, también hay un porcentaje de pacientes que quieren cesárea, sin siquiera esperar el trabajo de parto. Son extremos de un amplio abanico de situaciones que se dan”.
Obregón remarcó la importancia del trabajo en equipo a la hora de recibir una nueva vida, labor que se debe realizar con responsabilidad y sincronía. Por otro lado, opinó sobre la Ley de Parto Respetado: “Creo que ha nacido dentro de este gran movimiento colectivo de las mujeres, con grandes justificaciones respecto a la manera en la cual se despersonalizaba la atención de los embarazos. Es una ley, no hay mucho que opinar sólo hay que cumplirla y punto”. 

Momentos cruciales 

A lo largo de su trayectoria, atendió en dos oportunidades a trillizos que, cercanos a la fecha de nacimiento, fueron derivados a Córdoba por no contar con un sector de neonatología. Justamente la falta de ese espacio es una de las materias pendientes para mejorar el servicio. Argumentó que “es una gran deuda del sistema de salud para el norte de Córdoba. Desde Córdoba capital ya no hay nada, hasta podríamos decir hasta Catamarca o Santiago del Estero capital”.
“Un domingo llegó una embarazada de seis meses y medio. Había hecho un paro cardiorrespiratorio y la traía el servicio de emergencia entubada. Le estaban haciendo maniobras de resucitación. Fue a quirófano directamente, se hizo una cesárea y nació el bebé, pero ella no pasó las maniobras. Sacamos el bebé vivo de una mamá que ya estaba muerta, después, a los días él también falleció por su prematurez”, recordó con pesar.
Esa situación lo llevó a realizar una profunda reflexión: “El parto, es un momento en el que la vida y la muerte se acercan, sin tocarse, se coquetean. Por eso la anécdota extrema. La vida y la muerte, frente a frente, como partes de un mismo misterio. Misterio, angustia existencial que se me renueva casi a diario”.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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