Mujeres toman protagonismo a través de la producción

El INTA junto al municipio de Colonia Caroya impulsan un proyecto de economía familiar.

Por: Marianela Tabbia (De nuestra redacción)

Vivir de la tierra y sus beneficios. Criar animales a la vieja usanza, revalorizando los saberes propios y ajenos. Cargar a un niño en la espalda mientras se empuña una pala. Animarse a un nuevo emprendimiento. Así, un grupo de 15 mujeres vienen transitando el camino del autoabastecimiento y dan sus primeros pasos en la venta directa.
El programa Grupo de Abastecimiento Local (GAL) es una iniciativa del INTA que se lleva a cabo desde hace unos años. El área de Desarrollo Productivo caroyense decidió implementar, acompañada por Adolfo Grión de la institución agropecuaria, una serie de acciones destinadas a sumar hectáreas de producción de familias que vivían en zonas rurales de la ciudad.  
Todos los meses arriban fondos que se destinan a cuestiones que las mismas mujeres junto con los técnicos deciden, ya sea desde herramientas hasta alimento para las gallinas. En la actualidad, hay tres sectores que están involucrados: Fisco (sobre calle Pedro Patat, espacio sumado recientemente al ejido tras la ampliación de 2016 de allí la derivación de su nombre) Santa Teresa y Puesto Viejo. 
Allí se cultivan verduras, hortalizas, aromáticas mientras que se crían pollos para faena y gallinas ponedoras. La elección de qué cultivar derivó en la elección de cada grupo,  guiada por su cultura e interés. Aquellas de la comunidad boliviana se inclinaron por la huerta porque los vegetales son parte importante de su; el resto, por las carnes y huevos. 
En la zona del Fisco se avanzó en otros proyectos para mejorar no solo la producción sino tambien la calidad de vida. Con ayuda de dos miembros de una comunidad campesina de San José de la Dormida, construyeron una cisterna de agua en octubre de 2017 además de implementar un sistema de recolección de lluvias. “La cisterna es un gran alivio porque antes tenía los tachos y ahora tengo agua fresquita, limpia”, destacó Viviana, una de las emprendedoras. 
Entre los nuevos objetivos que se plantearon para el proyecto, se encuentra la adquisición de una máquina faenadora para garantizar la higiene y agilizar el proceso de arribo al consumidor final. Por otra parte, siguiendo con otras de las iniciativas del área está la proyección de que estos productos alcancen la categoría de agroecológicos para sumarse a los ya existentes. 
El titular de la agencia municipal Martín Piazzoni, opinó: “El balance es muy bueno porque vemos que cada día muestran interés, progreso (…) la idea es replicar alguna parte de este proyecto en zona urbana, con una huerta comunitaria en la propia casa de familia”. 

De oficio: productora 
Si bien el GAL inició en noviembre del año pasado, el plan viene de Desarrollo Social ya que esas mujeres iban a pedir bolsones de comida o dinero porque no tenían trabajo. Analizando esa problemática es que surgieron interrogantes, “¿por qué generar proyectos que no tengan que ver con la realidad rural? Viven en el medio del campo y nosotros le estábamos ofreciendo trabajos que tienen que ver con lo urbano (…) cuando las fuimos a visitar vimos que tenían tierras, espacios, una identidad rural ya que venían de familias que siembran y producen entonces así surgió”, explicó Emilia Solfanelli, integrante del equipo asesor. 
Mirando atrás, observó que los resultados van más allá de lo económico: “Hoy esas chicas no van a pedir ayuda sino a ofrecer huevos o verduras para que les compren. Fue cambiar la lógica. El proyecto creció, se lo pasó al Área de Producción para que sea una cuestión más productiva y no de asistencialismo (…) lo que tratamos es que tenga una perspectiva de género, empoderar desde el lugar que nos toca. La perspectiva de género es algo trasversal, nosotros pensábamos cómo hacemos para colaborar con eso. Hoy lo ven como un proyecto de vida personal también, es todos los días me levanto y soy productora ahora. Eso generó una identidad en ellas que está buenísimo”.
Rosaura relató cómo es su experiencia con la huerta: “Nos viene bien porque no salimos a trabajar entonces producimos, no gastamos dinero en la verdulería y uno sabe qué está comiendo, todo natural. Es muy lindo porque uno se da cuenta de que criar a una planta es como criar a un niño”.
Y Viviana reconoció que los conocimientos sobre la crianza de pollos se los transmitió su madre. “Hace tres años volví a tener gallinas, a veces es más pérdida que ganancia,  pero yo sigo porque es lo que me gusta (…) cuando te gusta algo vas aprendiendo de uno mismo o de algunos consejos que te van dando. Yo ahora me estoy manteniendo con los pollos, siempre tengo algo para darle de comer a mis hijos”.  
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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