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Adiós al fundador de un original club

En un taller mecánico, una inusual apuesta dio lugar a una tradición de la que varias decenas de vecinos dieron cuenta: la de comer asados los viernes.

Casi que no importa el motivo, pero allá por 1969 se formuló una apuesta entre vecinos cuya “prenda” a pagar era, ni más ni menos que un asado para todos.
Y al perdedor de la prenda no le quedó otra que cumplir con la promesa que tuvo lugar en el taller de electricidad del automotor que tenía Félix Agustín Colazo.
Claro que ese asado dio lugar a otro y a otro y a otro, puntualmente cada viernes, y la tradición fue sumando adeptos y fue apilando años, tantos que durante 2019 el CAV (Comemos Asado los Viernes) conmemoró su cincuentenario.
Y Félix Colazo no sólo puso su taller para infinidad de encuentros sino que después hizo un quincho para poder recibir a sus  cófrades en su propia casa.
Y muchos de los que a fines de la década de 1960 eran conocidos con el correr de los años se fueron haciendo amigos. Claro está que muchos de los iniciadores de aquella curiosa gesta fueron abandonando este mundo y dejando al club con un integrante menos. Decenas de vecinos de la zona pueden dar fe de haber comido algún asado en el CAV.

Y esta semana y en viernes, como no podía ser de otra manera, partió para la gloria Félix Colazo y los corazones de quienes lo conocieron se llenaron de buenos recuerdos.
Algunos lo recordaron por todo lo que hizo para la parroquia Jesús María donde hizo de todo, desde poner el lomo para levantar la casa parroquial hasta dar catequesis para los padrinos y madrinas de bautismo.
Otros lo recordaron por su don de gente, porque no dudaba en darte una mano en una urgencia, por su sentido del humor (más allá de su apariencia de serio), y por la generosidad de haber abierto las puertas de su casa para que tenga lugar el encuentro fraterno.
Casi que el asado, al final, era la excusa para poder estar juntos y compartir la vida.

Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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