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Tenemos la ley, ¿ahora qué?

Durante 29 años estuvo vigente una ley sobre radiodifusión que fue reemplazada por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

En países con mayor grado de desarrollo, el acceso al confort y un mejor estándar de vida no son los únicos beneficios. En esos países, la sociedad y particularmente el sistema de producción de conocimiento fue generando una mayor conciencia respecto de algunos derechos sociales.
Nadie discutiría en Estados Unidos, por ejemplo, que un ciudadano tiene derecho a expresar sus ideas a través de los medios de comunicación disponibles. Sencillamente, porque la comunicación es considerada un derecho social y no un patrimonio exclusivo de periodistas y de medios de comunicación.
En nuestro país, el reciente debate sobre la Ley de Medios logró sembrar la confusión ya que un gran número de ciudadanos desconoce el texto de la norma pero la tacha por considerarla “sospechosa”. Uno de los aspectos centrales de esta ley –habrá que ver qué pasa con el órgano de control- precisamente tiene que ver con el carácter universal y democratizador de la comunicación. Que a cada rincón del país llegue al menos un mínimo de servicios básicos de comunicación que los grandes medios no puedan elegir solamente aquellos distritos en los que hay densidad poblacional y solvencia económica.
Antes de que entre en vigencia plena, la ley viene siendo descalificada desde los ámbitos más diversos, particularmente de las cámaras empresarias vinculadas al negocio de la comunicación. Que solamente se va a escuchar la “voz oficial”, que van a desaparecer fuentes de trabajo, que se va a desarticular la red de medios de comunicación porque van a tener que cerrar algunos medios, entre otros argumentos, son los que se vienen escuchando y viendo por estos días.
Sin embargo, el espíritu del proyecto es otro y deberá ser la ciudadanía la que se encargue de que nadie le arruine la posibilidad de expresar sus ideas libremente por los medios de comunicación disponibles. Claro que esos medios disponibles ya no serán sólo los que construyeron los grandes monopolios. Ahora, muchas organizaciones de la sociedad civil e instituciones tendrán la posibilidad de gestionar su propio medio de comunicación radial o televisiva. Si se multiplican las opciones, se multiplican las miradas. Hay que avanzar en ese sentido con los ojos y oídos bien atentos.
Claudio Minoldo

Claudio Minoldo

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